Antes de colocar un implante dental, es necesario realizar una prueba de imagen, en la que es importante verificar el estado del hueso para comprobar si se podrá implantar en este satisfactoriamente el nuevo diente. Una vez hecho esto, también es esencial explorar la encía para cerciorarnos de que esté totalmente sana. Después, el especialista también deberá valorar la oclusión o mordida de la boca, con el fin de asegurarse que el área del implante recibirá la presión adecuada.

Para llevar a cabo este tipo de intervención se utiliza anestesia local. Se realiza una pequeña incisión en la encía y se coloca una especie de tornillo enroscado al hueso. Posteriormente, se atornilla a este otra pieza más pequeña que es la que sujetará la corona, la parte visible que sustituye al diente natural.

Poner un implante dental es una intervención sencilla que puede durar unos 30 minutos y que no precisa de anestesia general, en la que habitualmente el paciente se va por su propio pie. Tras la implantología se suelen recetar analgésicos para el dolor y antibióticos con la finalidad de evitar infecciones. La recuperación del paciente suele ser bastante rápida.